miércoles, 23 de octubre de 2013

Asesinos seriales más famosos del mundo

Serhiy Tkach – El Maníaco de Pologovsky

Este asesino de origen ruso, manchó Ucrania con la sangre de sus víctimas 29 comprobadas, 100 confesadas, todas de entre ocho y dieciocho años… Habiendo trabajado como investigador en Siberia, no encontró dificultad alguna en burlar a la justicia por más de veinte años.




Solía buscar sus víctimas en plantaciones forestales cerca de vías de ferrocarril o , pues de ese modo inducía a los policías a pensar que el asesino era algún camionero o, en líneas generales, alguien de otra ciudad. Cuentan que, usualmente, antes de sus asesinatos bebía un vaso de vodka con dimedrol, una sustancia capaz de aumentar el efecto del alcohol… Luego seleccionaba la víctima, que era siempre de sexo femenino y edad entre los ocho y los dieciocho años, generalmente menor de dieciocho.

 Cuando Tkach fue examinado después de su captura, el examen psiquiátrico declaraba por escrito: ‹‹Sergei Tkach no necesita que se le apliquen medidas médicas forzosas. Se caracteriza por rasgos mentales y personales tan fuertemente pronunciados como el egocentrismo, la frialdad emocional, el resentimiento, la vulnerabilidad, la venganza y la imposibilidad de establecer relaciones cálidas a largo plazo. También cuenta con muy elevada virulencia, irritabilidad y agresividad.

Andrei Chikatilo – El Carnicero de Rostov

Confesó 53 asesinatos. A sus víctimas las sometía a terribles amputaciones (útero, testículos, ojos, pezones) que a veces realizaba con sus propios dientes…Fue uno de los asesinos más crueles y salvajes de la historia. Él mismo llegaría a decir: ”Yo soy un error de la Naturaleza, una bestia enfadada.
El 22 de diciembre de 1978, Chikatilo mató por primera vez a los 43 años. Abordó en la calle a una niña de nueve años de edad, y la convenció para que se fuera con él a una cabaña que poseía en las afueras de la ciudad. Sabía cómo hablar a los niños, él mismo había sido maestro y tenía a sus dos hijos. Una vez allí la desvistió con violencia. Accidentalmente, le hizo un rasguño del que brotó sangre, hecho que le propició una erección inmediata, estableciendo el vínculo fatal entre sangre y sexo. Luego, sacó un cuchillo y se lo clavó a la niña en el estómago. Con cada puñalada notaba que se acercaba más al orgasmo, por lo que no cesó de hacerlo hasta la eyaculación. Chikatilo había intentado satisfacer su necesidad sexual movido por la esperanza de llegar a ser igual que los demás, pero no lo era. Su flacidez y las burlas de las mujeres que se lo recordaban a cada momento, era más de lo que podía esperar. También se dio cuenta de que su placer no consistía en acariciar los genitales ajenos, sino en maltratarlos.
 
Su segunda víctima fue Larisa Tkachenko de 17 años de edad, la convenció de ir con él al bosque para tener relaciones sexuales, pero fallo en el intento por lo que ella se río de él, esto lo enfureció, perdió el control, estranguló a la mujer y eyaculó sobre el cadáver, mordisqueó su garganta, le cortó los senos y en su frenesí se comió los pezones. Luego, comenzó a lanzar aullidos mientras bailaba una danza de guerra alrededor del cuerpo. Dejó el cuerpo sin vida con un palo enterrado. En esos momentos supo que volvería a matar. Los dos primeros asesinatos de Chikatilo tuvieron cierto carácter fortuito. Es posible que, en ambos casos, sus intenciones fueran solamente de índole sexual. Los gritos de terror le excitaban, pero era el asesinato en sí lo que representaba para él el acto sexual supremo.
Su tercera víctima fue Lyuba Biryuk, fue raptada de una villa y fue acuchillada 40 veces en el bosque. Le mutiló los ojos, cosa que se volvería algo común en sus asesinatos, la firma mortal de Chikatilo.
El 15 de octubre de 1992 fue sentenciado a la pena capital. Y así en la prisión de Moscú, el 16 de febrero de 1994, un tiro en la nuca acabó fugazmente con la vida de quien había otorgado una muerte larga y penosa a tantos seres inocentes. 

Ted Bundy

Fue un asesino astuto e inteligente que llegó a volverse adicto a la pornografía la cual influyo de manera considerable en sus crimenes.

Tras sus primeros crímenes, Bundy comienza a viajar por una buena parte del país: Washington, Utah, Colorado y Florida, dejando a su paso una serie de crímenes y secuestros. Es arrestado una primera vez el 16 de agosto de 1974 en Utah tras ser identificado por una mujer que meses antes había intentado secuestrar. Se le condena a cumplir una pena de prisión en Colorado, pero logra escaparse antes de ser encerrado y desaparece durante más de dos meses. Dos meses que le servirían para seguir cometiendo espeluznantes crímenes, esta vez tres jóvenes entre las cuales una tan sólo contaba con 12 años. 
Podríamos considerarle como una mezcla entre asesino organizado y desorganizado. Tanto podía mostrarse con una personalidad muy inmadura, dejar indicios en el lugar del crimen, o por lo contrario prepararlo cuidadosamente, seleccionar a las víctimas y dejar pocas huellas.
Él mismo se consideraba un adicto al crimen, y aunque aseguraba que podría dejar de matar en cuanto se lo propusiese, no dejó de hacerlo hasta su detención. Aseguraba no haber matado a 14 mujeres, confesó haber asesinado y violado a 28 mujeres en los años 70.

Los múltiples test psiquiátricos realizados evaluarían una personalidad propia de esquizofrénico: Cambios de humor muy repentinos, impulsivo, sin emociones, afán de protagonismo, ataques de histeria, doble personalidad, inestabilidad emocional, rechazo a la sociedad, ansiedad, depresión, complejo de inferioridad, inmadurez, mentiras que termina por creerse él mismo, obsesivo, egocéntrico, falsa realidad adaptada por él mismo, manía persecutoria...
Ted Bundy fue ejecutado en la silla eléctrica nueve años después de su sentencia, el 24 de enero de 1989, tras haber sido culpado por haber asesinado a 14 jóvenes.

 

 Cayetano Santos Godino

Se lo considera el primer asesino serial de la historia policial Argentina.
A pesar de su corta edad al iniciarse en el crimen, aun hoy, se siguen estudiando sus caracteristicas y su metodologia criminal.

El accionar delictual de Cayetano comenzo a la edad de 7 años, aunque desde edad mas temprana, ya habia dado amplias señales de cierta alienacion mental.
Estuvo en varias oportunidades a punto de morir, debido a una extrema debilidad fisica, probablemente transmitida por las enfermedades paternas.

El 28 de septiembre de 1904, mediante engaños, lleva a un vecino de nombre Miguel De Paoli y de dos años de edad a un baldio cercano, donde lo golpea brutalmente y lo arroja a una zanja.

 En 1905, y con el mismo modus operandi, Cayetano llevó a su vecina Ana Neri, de 18 meses de edad, a un baldío donde comenzó a golpearle la cabeza con una piedra. 
En marzo de 1906, volvió a llevar a una niña a un baldío donde intentó estrangularla; como no consiguió matarla, la enterró viva. Cuando la encontraron ya estaba muerta. Cayetano apenas tenía ocho años y ya había asesinado a su primera víctima.
A los diez años Cayetano pasaba el tiempo torturando animales; perros, gatos y pollos fueron víctimas de su saña, hasta que fue descubierto por su padre. Este hecho ocasionó que fuera recluido en la Alcaldía Segunda División más de dos meses.
Tenía quince años de edad y un expediente criminal tan ancho como el de algunos de los peores delincuentes argentinos de la época. Pese a ello, 1912 fue un buen año para el joven infanticida. El 26 de enero, Arturo Laurona, de trece años de edad, fue encontrado muerto a golpes en una casa desocupada.
 El 7 de marzo de ese mismo año, “El Petiso Orejudo” incendió el vestido de Reyna Bonilla Vainicoff, de 5 años, quien sufrió terribles quemaduras y murió días después. Alegó que había sido un accidente y la policía le creyó...

Confesó además haber torturado y matado a innumerables animales, y provocado siete incendios. Asesino, infanticida, sádico, torturador, pirómano, incendiario, era un psicópata desde su infancia. El 4 de enero de 1913, “El Petiso Orejudo” ingresó preventivamente al Hospicio de las Mercedes, donde su violencia estalló peor que antes: intentó asesinar a varios internos, pero lo detuvieron antes de que pudiera hacerlo.
A partir de 1935 estuvo constantemente enfermo y sin recibir visitas, hasta que murió en Ushuaia el 15 de noviembre de 1944, en condiciones poco claras. 

Juana Barraza Samperio - La Mataviejitas

Durante 4 años, entre 2002 y enero de 2006, en el Distrito Federal mexicano se sucedieron las apariciones de cadáveres de ancianas asesinadas en sus propios domicilios, sin que las autoridades pudieran identificar al asesino serial. Todos los cuerpos presentaban signos de ahorcamiento provocado con elementos que el asesino tomaba de la misma escena del crimen, como medias o cables.

Los habitantes de la tercera edad de la ciudad de México vivían con pánico. Cualquiera podía ser la próxima víctima. Los investigadores estaban desconcertados. La presión social y mediática era cada vez más intensa y las autoridades distritales fijaron como su prioridad número uno la captura del asesino serial. Incluso, se detuvo a varios sospechosos que luego resultaron inocentes.



Ante la necesidad de pistas concretas, se decidió la creación de una unidad especial de investigación. Con el correr de más y más crímenes, obtuvieron indicios que los llevaron a buscar un travesti o a una mujer de mediana edad de contextura fuerte. La aparición de huellas digitales, que se descubrió eran las mismas en todos los casos, más el relato de algunos testigos que coincidían en sus rasgos faciales, achicaban el cerco.

Los investigadores también descubrieron su modo de operar. El asesino se hacía pasar por enfermera o por una trabajadora social que ayudaba a gestionar una pensión municipal a mujeres mayores que vivían solas. O les ofrecía sus servicios como ayuda doméstica por el día. En general, prefería operar los martes y los miércoles, vestida de rojo o de enfermera. Una vez dentro del domicilio, ejecutaba a las ancianas a sangre fría y se marchaba con algunas de sus pertenencias.

La suerte de El Mataviejitas, como la bautizó la prensa, se agotaba. La policía tendió infinidad de trampas en las calles de la ciudad para cazarla, pero fue la casualidad la que terminó con sus crímenes.

El 25 de enero de 2006, al huir del departamento de su última víctima, Ana María de los Reyes Alfaro, de 82 años, se cruzó en la entrada del edificio con el joven que vivía con la anciana. Luego de encontrar el cadáver, el joven reconoció el rostro de la mujer con el identikit de la Mataviejitas que se difundía en los medios y la persiguió. Una patrulla policial que se encontraba en la zona completó la captura de la asesina serial. Su nombre era Juana Barraza Samperio. Llevaba consigo una bolsita de malla con trozos de canela, que era su amuleto de la buena suerte. También una herradura y una pequeña placa metálica con su nombre de luchadora de catch: La Dama del Silencio.

Juana Barraza Samperio, La Mataviejitas, fue sentenciada en marzo de 2008 a 759 años de prisión y una multa de cien mil 453 pesos, por su responsabilidad en la muerte de 16 mujeres de la tercera edad y 12 robos calificados. Barraza negó todos los crímenes a excepción del último. Pero se cree que habría matado a más de 40 ancianas entre 1999 y 2006.

En su confesión reconoció:"Yo odiaba a las señoras, porque mi mamá me maltrataba, me pegaba, siempre me maldecía y me regaló con un señor grande". Sostiene que su madre la vendió por tres cervezas. "Yo fui abusada y por eso odiaba a las señoras".


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